“La feminización de la pobreza es un hecho. La falta de oportunidades de empleo acordes con la formación, otro. El acoso y, cuando cabe, la violencia, otro más. Todo ello para un colectivo cuyo único defecto visible parece ser el no haber tenido la previsión de nacer con otro sexo.”, Amelia Valcárcel

Cultura de la violación

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Violaciones por cada 100 000 habitantes en el periodo 2010-2012

El término cultura de la violación (en inglés: rape culture) describe a las sociedades que normalizan la violencia sexual, al ignorarla o minimizarla, e incluso fomentarla con actitudes misóginas. Este término usado en la sociología, surgió en la década de 1970 con la segunda ola feminista.[1]

La cultura de la violación se da en entornos sociales que permiten que se normalice y justifique la violencia sexual, y en estos entornos se alimenta de las persistentes desigualdades de género y las actitudes sobre el género y la sexualidad. Poner nombre a la cultura de la violación es el primer paso para desterrarla.[2]

Un ejemplo de cultura de la violación, lo tendríamos cuando se culpar a la víctima del delito, se duda de su testimonio y se le cuestiona porque "estaba borracha", "iba vestida como una puta" o "lo estaba pidiendo".[3]

La escritora y editora estadounidense Emily Buchwald,[4] en su libro de 1993 Transforming a rape culture[5] explicaba que la cultura de la violación es el sistema de creencias, ideas y actitudes que justifica, sostiene y normaliza la existencia de la violencia sexual y permite que esa violencia se produzca.[6]

ONU Mujeres publicó el un artículo titulado Dieciséis maneras de enfrentarte a la cultura de la violación[7] en noviembre de 2019, donde señala 16 medidas para luchar contra la cultura de la violación:[8]

  1. Crear una cultura del consentimiento convencido; en lugar de oír un “no”, asegúrate de oír un “sí” activo, que haya sido expresado por todas las personas involucradas. Integra el consentimiento convencido en tu vida y habla de él.
  2. Denunciar las causas profundas; Permitimos que continúe la cultura de la violación cuando aceptamos una masculinidad en la que la violencia y la dominación están asociadas a conceptos como “fuerte” y “masculino”, y cuando a las mujeres y las niñas se las valora menos. También la amparamos cuando se culpa a las víctimas: una actitud que sugiere que es la víctima y no el agresor quien es responsable de un ataque.
  3. Redefinir la masculinidad; la autorreflexión, las conversaciones en la comunidad y la expresión artística son sólo algunas de las herramientas de las que disponen hombres y niños (así como mujeres y niñas) para examinar y redefinir la masculinidad según principios feministas.
  4. Dejar de culpar a las víctimas; dejar de lado el lenguaje y las letras de canciones que culpan a las víctimas, cosifican a las mujeres y excusan el acoso sexual. Cómo viste una mujer, qué y cuánto ha bebido y dónde se encontraba en un momento determinado no son invitaciones para violarla.
  5. Mostrar tolerancia cero ante la violencia y el acoso sexual; en los espacios donde vives, trabajas y te diviertes. Las y los dirigentes deben tomar compromiso explícito con una política de tolerancia cero e insistir en que esta se debe aplicar cada día.
  6. Profundizar en lo que significa la cultura de la violación; que abarca una amplia variedad de prácticas nocivas que restan autonomía y derechos a las mujeres y las niñas, tales como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina.
  7. Adoptar un enfoque interseccional; la cultura de la violación afecta a toda la población, independientemente de la identidad de género, la sexualidad, el nivel económico, la raza, la religión o la edad. Erradicarla significa desterrar definiciones restrictivas del género y de la sexualidad que limitan el derecho de una persona a definirse y a expresarse.
  8. Conocer la historia de la cultura de la violación; a lo largo de la historia, la violación ha sido empleada como arma de guerra y opresión. Se ha utilizado para degradar a las mujeres y a sus comunidades y en la limpieza étnica y el genocidio.
  9. Invertir en las mujeres; dona a organizaciones que ayudan a las mujeres, difunde sus mensajes, apoya a las sobrevivientes y promueve la aceptación de todas las identidades de género y sexualidades.
  10. Escuchar a las sobrevivientes; no digas “¿por qué no se fue de allí?”, di: “Te escuchamos. Te vemos. Te creemos”.
  11. No reírse de la violación; el humor que normaliza y justifica la violencia sexual no es aceptable, recházalo.
  12. Implicarse; la cultura de la violación se sostiene en la ausencia o la falta de aplicación de leyes sobre violencia contra las mujeres y leyes discriminatorias sobre la propiedad privada, el matrimonio, el divorcio y la custodia de hijas e hijos.
  13. Poner fin a la impunidad; los agresores deben rendir cuentas. Con el enjuiciamiento de los casos de violencia sexual, se reconocen estos actos como crímenes y se lanza un firme mensaje de tolerancia cero.
  14. Ser un testigo activo; la violencia contra las mujeres es sorprendentemente habitual y podemos presenciar comportamientos no consensuados o violentos, si intervienes como testigo activo indica al agresor que su comportamiento es inaceptable.
  15. Educar a la próxima generación; explica a tus hijas e hijos que su familia es un espacio seguro donde pueden expresarse tal y como son, respalda sus decisiones y explícales la importancia del consentimiento a una edad temprana.
  16. Iniciar la conversación, o unirse a ella; habla con familiares y amistades sobre cómo puedes colaborar para poner fin a la cultura de la violación en tu comunidad.

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Referencias

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